viernes, 17 de julio de 2015

Se constituye la Comarca de La Ribagorza con nuestro compañero Antonio Monclús como Consejero Comarcal por Aragón Sí Puede

Nuestro compañero, Antonio Monclús, prometiendo su cargo de Consejero Comarcal.
Como ya sabéis, nuestra Comarca se constituyó ayer, a las 19:30 en una sesión en la que, tal como se esperaba, resultó investida como nueva Presidenta de esta institución la socialista Lourdes Pena.
En este acto, tal como habíamos acordado previamente en asamblea, nuestro Consejero Comarcal, Antonio Monclús (que ejercerá este cargo en representación de nuestro partido en el inicio de este nuevo mandato), se postuló como candidato a la presidencia junto a Javier Martín, del PP, y la nueva Presidenta, Lourdes Pena, que salió elegida con el apoyo del PSOE y el PAR.
Como os explicábamos ayer, el puesto de Consejero Comarcal que ha obtenido nuestro partido Aragón Sí Puede en las recientes elecciones municipales será desempeñado de manera rotativa, a lo largo de este mandato, por los cuatro concejales que hemos obtenido en nuestra comarca. De esta manera, a Antonio le seguirán en el ejercicio del cargo José Gabriel López (Castejón de Sos), Carlos González (Graus) y Víctor Catalán (Benabarre).
Tras prometer su cargo (con una fórmula semejante a la que ya utilizamos para prometer nuestros cargos de concejales) nuestro compañero, Antonio Monclús, leyó el siguiente discurso, con el que os dejamos tras estas líneas, que resume perfectamente la línea política y las propuestas que vamos a defender en nuestra institución comarcal.
Desde aquí nuestra enhorabuena y todo nuestro apoyo para nuestro compañero, Antonio, con el que en todo momento vamos a trabajar para lograr que nuestra voz sea oída también en nuestra Comarca y contribuya así a la mejora y al desarrollo de esta.

Nuestro compañero, Antonio Monclús, leyendo su discurso tras tomar posesión del cargo de Consejero Comarcal.
DISCURSO DE TOMA DE POSESIÓN DE NUESTRO CONSEJERO COMARCAL
Vaya por delante mi agradecimiento y el de nuestro partido a quienes han depositado su confianza en nosotros en las recientes elecciones municipales.
En ellas, las candidaturas de Aragón Sí Puede (apuesta municipalista de nuestros círculos de PODEMOS) presentaron para nuestros ayuntamientos programas nacidos de un análisis riguroso de nuestra realidad, así como de las aportaciones y las demandas de nuestros vecinos y vecinas. Por ello, solo y exclusivamente a ellos y al compromiso que con ellos hemos contraído para regenerar nuestra democracia nos debemos.
Y hablo en plural porque, aunque las matemáticas electorales solo nos hayan otorgado un puesto de Consejero en esta institución, por acuerdo de nuestra Asamblea y en coherencia con el citado compromiso, este será desempeñado de manera rotativa, a lo largo del presente mandato, por cada uno de nuestros cuatro concejales en los ayuntamientos de Graus, Castejón de Sos y Benabarre, quienes, por otra parte, trabajaremos de manera perfectamente coordinada y apoyados permanentemente por un gran equipo de personas que, generosa y desinteresadamente, han decidido comprometerse por sus municipios y, en definitiva, por nuestra Comarca.
En ese análisis de la realidad en la que vivimos al que antes me refería, hay dos hechos determinantes para el compromiso que hemos adoptado con nuestros conciudadanos.
El primero de ellos es el clamor popular (expresado con toda claridad en las urnas) por un cambio real en la forma de ejercer la labor de representantes públicos que a todos cuantos formamos parte de este Consejo Comarcal nos compete. Este cambio, imprescindible para la regeneración de nuestra democracia, exige verdadera transparencia y verdadera participación pública, pero, sobre todo, reclama una política hecha única y exclusivamente para las personas. Por ello y por la profunda crisis (no solo económica) en la que nos encontramos, que ha acentuado hasta extremos verdaderamente obscenos la desigualdad social, al tiempo que se ha llevado por delante derechos fundamentales, nuestro partido considera una prioridad absoluta el rescate ciudadano. Quizá esta cruda realidad, que algunos se obstinan hoy en negar u ocultar no resulte tan patente en nuestro ámbito rural como en las grandes ciudades, pero les aseguro que basta con poner un poco de interés y tener un mínimo de sensibilidad para darse cuenta de que son muchas (demasiadas) las familias y las personas que se encuentran en una situación crítica, algo que en una comarca como la nuestra, fuertemente despoblada y envejecida, resulta especialmente trágico.
El segundo hecho al que me refería es en buena medida una de las causas de la situación de crisis social a la se nos ha arrastrado. Me refiero en este caso a la absoluta carencia de un proyecto de país, comarca o municipio que ha caracterizado a los gobiernos que venimos padeciendo desde hace décadas. ¿Cómo es posible gobernar y administrar lo público de manera eficaz sin apreciar lo que tenemos, es decir, el patrimonio sobre el que podemos construir nuestro futuro de una manera armónica y sostenible?, ¿cómo es posible ese futuro para nuestros descendientes (lo que debería ser la principal preocupación de esta institución comarcal) sin tener otro proyecto de país que el azar de lo que venga, por no decir más llanamente, de lo que caiga? ¿Hemos de extrañarnos de que hayamos llegado a caer en una de las crisis sociales y medioambientales más graves que ha conocido la humanidad?
Conscientes, en fin, de esta carencia, nos hemos esforzado para que nuestros programas electorales ofrezcan un modelo de desarrollo para nuestros municipios razonable, equilibrado y coherente con un proyecto de comarca y de país que ofrezca una vida digna a nuestros conciudadanos y a las generaciones venideras. Esto es lo que en puridad se denomina desarrollo sostenible, concepto al que todos acuden hoy para pintar de verde sus políticas, pero que solo puede hacerse realidad mediante la solidaridad intergeneracional, la misma que, sin tanta retórica, tuvieron con nosotros quienes nos precedieron y nos dejaron, no solo para nosotros, sino también a para quienes pretendan en un futuro seguir dando vida a nuestros pueblos, un legado de naturaleza, historia, arte, cultura y derechos, que es, sin duda nuestro mayor tesoro.
Por ello, tras el rescate ciudadano (inaplazable), nuestras prioridades, que regirán nuestra actuación política en esta institución, son la defensa a ultranza de nuestro territorio y su desarrollo armónico y equilibrado.
Yendo pues a lo concreto, los principios que he ido desgranando toman forma para nosotros en una serie de compromisos y propuestas, por las que lucharemos en esta institución a lo largo de los próximos años.
Así, poniendo por delante, como antes decía, la transparencia y la participación pública, exigiremos, en primer lugar (y lucharemos para conseguirlos) unos presupuestos comarcales participativos y, como queda dicho, totalmente transparentes.
Creemos, además, que hay que hacer que la Comarca se ponga totalmente al servicio de nuestros vecinos y vecinas, que se haga suya (puesto que con sus impuestos se sostiene) y resulte útil y cercana.
Para ello, sería deseable que los plenos de esta institución se desarrollasen de manera rotativa en las principales localidades de nuestra extensa comarca y que, en particular, se salde la deuda pendiente con nuestra capital cultural, Benabarre, a la que ya hace demasiado tiempo se prometió, sin que tal promesa se haya hecho aún realidad, la sede de Cultura de esta Comarca.
Siguiendo en esta línea, creemos que resulta también imprescindible moderar el gasto en las retribuciones de los cargos de esta institución y, por contra, mejorar los servicios que esta presta a los ciudadanos, mediante el asesoramiento en cuestiones como la movilidad internacional, la lacra de la violencia de género o la prevención a la drogodependencia, sin olvidar que resulta también urgente la mejora en el funcionamiento y la eficacia de la Oficina de Atención al Consumidor. Es hora ya también de que los pagos de esta institución se hagan con la mayor celeridad posible y de que la transparencia por la que abogamos se extienda a la contratación de su personal.
Por otra parte, el tipo de desarrollo por el que antes apostábamos exige una mejora urgente de nuestra red de carreteras, especialmente de las carreteras locales que dan acceso a nuestros pueblos, y, dada la extensión de nuestro territorio, la escasa oferta educativa y la relativa lejanía de algunos servicios básicos, resulta también imprescindible una mejora en el transporte, tanto a través de desplazamientos compartidos, como mediante una mejora y adecuación de los horarios del transporte público que nos une con otros territorios colindantes. En esta misma línea de mejora de los servicios públicos, resulta también urgente la creación de una Red Comarcal de Puntos Limpios y el regreso a la gestión pública de la recogida de residuos urbanos.
Pero para finalizar, quiero volver a nuestro compromiso en defensa de nuestro territorio, que es tanto como decir, en defensa de las fuentes principales de nuestra riqueza, y lo hago en unos momentos, en que asistimos a una nueva ofensiva de las empresas del sector energético, con dos proyectos que se someten a trámite de información y participación pública en estos días (y se diría que, lamentablemente, dado el periodo en el que estamos, para tratar de dificultar esa misma participación pública). Me refiero al proyecto de re-entrada al Pozo Centenera-1 (sobre el que pesa la sombra de un posible futuro proyecto de fracking, que sería catastrófico para nuestra comarca) y al aumento de la capacidad de transporte de la Línea de Alta Tensión Foradada del Toscar-Pobla de Segur, que se presenta de nuevo sin atender a las quejas de muchos de nuestros convecinos por la proximidad de los apoyos de esta línea a sus casas y pese al rechazo social e institucional que dicho proyecto viene suscitando desde el 2009.
Estos son, sin embargo, solo dos muestras de las numerosas infraestructuras energéticas (pantanos, líneas de alta tensión, centrales, etc.) que desde hace décadas han venido devaluando nuestro patrimonio y han acabado incluso con algunas de nuestras poblaciones. Es patente aquí, como en otros territorios del Alto Aragón, que el progreso que han llevado a otras tierras y la riqueza que han generado en otros lares tales infraestructuras solo han dejado aquí sus impactos negativos y una dura hipoteca de inseguridad jurídica y despoblación. ¿No hemos sido ya más que sobradamente solidarios con nuestro país como para decir basta ya?
Pero si hablamos de las hipotecas y de la inseguridad jurídica que lastran nuestro desarrollo, es necesario ante todo nombrar, para acabar, la permanente amenaza, desde hace ya casi tres décadas, del proyecto de interconexión eléctrica con Francia Aragón-Cazaril y su ramal de interconexión con Cataluña, la Graus-Sallente (últimamente denominada Peñalba-Arnero-Isona); en definitiva, la perpetua amenaza de la tristemente famosa Autopista Eléctrica.
La escandalosa presencia todavía en pie en nuestro territorio de las pilonas del proyecto Aragón-Cazaril (pese a que tal línea carece de titularidad jurídica, pese a la multimillonaria indemnización que en su día pagó Francia a Red Eléctrica de España y pese al rechazo unánime de nuestra población al citado proyecto y las reiteradas peticiones hechas desde nuestras instituciones para su definitivo desmonte) exige ya, tras dos largas décadas de conflicto, que tal desmonte se haga se haga realidad. O, dicho de otro modo, nos exige a nosotros, que debemos velar por el futuro de nuestros pueblos y de nuestra comarca, que hagamos de su desmonte un objetivo prioritario de esta institución. No es este, además, un asunto que tenga que ver con la ideología. Es, o debería ser para esta institución comarcal, tras los sucesivos intentos de Red Eléctrica de España de cablear las citadas pilonas, una cuestión de supervivencia y de dignidad.

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